domingo, 29 de marzo de 2020

Mi comentario a “La abuela que cruzó el mundo en una bicicleta” de Gabri Ródenas

Es un cuento, un relato casi fabuloso, inspirador, revelador e incluso fascinante, en el que la fuerza del amor, el perdón, el reencuentro con uno mismo, la importancia de las pequeñas cosas y su sentido universal, están muy presentes. No lo encuadraría dentro de la literatura de autoayuda.
El autor usa una de las más poderosas herramientas para exponer y fijar en el interlocutor, el cuento, la narración, el contar historias. No es un autor que te dice debes hacer esto o lo otro porque a mí me funciona, como ocurre con la autoayuda. Aquí el autor cuenta con los personajes y sus peripecias para que el lector descubra, desvele.
A nivel filológico es solamente correcto. En algún capítulo, en algunos monólogos hay abuso del mal llamado lenguaje inclusivo que, a efectos literarios, es como si un escultor cambiara el cincel por una pajita de refrescas, lo degrada. Pero no está mal narrado en modo alguno.
Es intenso y merece mucho la pena su lectura.

jueves, 26 de marzo de 2020

Mi comentario a “Y Julia retó a los dioses” De Santiago Posteguillo

Como me ha ocurrido con todos y cada uno de sus libros, de las diferentes sagas romanas de Posteguillo, finalizar con uno de ellos es sinónimo de despedida, de desarraigo, de pérdida. Y es que no encuentro un narrador de historia más óptimo, ¡por Júpiter!, que el escritor castellonense.
Es esta novela, continuación de su premiada “Yo Julia”, otra novela histórica, bien narrada, atractiva, cautivadora, didáctica, amena y de las que te hacen vivir momentos de tanta familiaridad que llegas a asumir a los personajes, con su carácter particular, como parte de tu familia. Por eso duele acabar el libro. Por eso, cuando uno suele llevar un ritmo de dos libros por semanas, se detiene dos semanas en leer éste y no quiere que se termine, fascinado por el poder, la inteligencia y la elegancia de su protagonista principal, las historias de lealtad y mezquindad de sus otros personajes, que cobran una vida mucho más allá de la que dejaron los libros de historia.
A diferencia de los anteriores, pero quizá sea una apreciación muy subjetiva, encuentro ésta más cercano a la novela de aventuras, haciéndote disfrutar como con los mejores clásicos de ese género, al tiempo que sigue siendo toda una fuente de saber, no sólo de historia sino filológico, de etimologías, de costumbres que, pese a los casi dos mil años de diferencia, las sentimos como nuestras. Hay un componente sobrenatural más marcado en ésta, el de las deidades romanas y la propia evolución de las religiones, que, lejos de desentonar, se engasta perfectamente con la historia y va predisponiendo e interesando cada vez más al lector.
Como me ocurrió con Escipión, como me ocurrió con Trajano, ya he elevado a Julia a mi Olimpio particular. Ya espero por una nueva novela que me siga haciendo disfrutar.
(Nota) Esta novela la he leído en tiempos muy extraños, con el confinamiento por la pandereta que estamos viviendo en el planeta. Pues, con todo, ha sido una lectura que me ha atrapado tanto que, al dejarla, me ha ocurrido lo que nos ocurre estos días cada vez que despertamos y constatamos, con fastidio que lo que está pasando no es una pesadilla.
Gracias Santiago.

sábado, 7 de marzo de 2020

Mi comentario a “Hasta nunca Peter Pan”, de Nando López


Una novela que es mucho más que una novela. Son muchas cosas. Es narrativa, es dramaturgia, es cine, pero también es música. Porque es sinestésica.  La percibes por todos tus sentidos.
Es intensa en todos los sentidos. Intensa en el contenido, como suele se habitual en el autor, más depurada si cabe que las anteriores, más virtuoso, más audaz o atrevido. Historias cruzadas duras, cuajadas, hechas de luces y sombras, humanas siempre.
Es intensa en cuanto al estilo, ecléctica. Tiene una conjugación de géneros original y brillante. Hay narración, hay meta literatura, con un narrador, que no es omnisciente, es biógrafo imperfecto, original, con detalles de ingenio como cuando se dirige al lector en ocasiones recodando recursos cinematográficos como en Annie Hall, por seguir con el cine. Hay teatro explícito, con sus anotaciones de guión. Todo, dramaturgia y guión explícito, entero las piezas con que se construye este universo, salpicado con diálogos vivaces, actuales, con un tono acorde y muy ajustado a sus protagonistas. En cuanto a la forma, deconstruyéndolo un nivel más, también es intenso. Su sintaxis es extensa, abundante, con ansia de contar, de decir, con ideas volcadas en oraciones concatenadas, en monólogos rebosantes ingenio, con frases para enmarcar, y con otras para sonreír y evocar. El autor escribe como habla, desbordante.
Respecto a los personajes, bien construidos, brillantes. Sin destripar nada, hay una pareja de filólogos clásicos que me han hecho disfrutar muchíimo, porque el libro, con todo lo rotundo y toda la carga que lleva, tiene momentos hilarantes, de una complicidad con el lector y con la cultura espléndida, con reflexiones que provocan carcajadas. Con la cultura del cine. El cine es un personaje más en la novela, con la cultura musical y televisiva dde una época. Una novela que es mucho más. Hay que leerla porque se aprende, porque humaniza, porque hace sentir y porque cuenta mucho en sus páginas.