sábado, 12 de noviembre de 2016

Mi comentario a "El niño en la cima de la montaña" de John Boyne

Esta novela vuelve a la temática del Tercer Reich que lanzó a la fama al autor con "El niño del pijama de rayas".
La novela tiene el atractivo que tenía aquélla cuando aparecen en la misma personajes históricos, sobre todo cuando se descubre alguna faceta de Hitler o Eva Brown, más doméstica, por decirlo de alguna forma.
Destaco de la novela, sin duda, el epílogo, que le da toda la coherencia y el sentido. Está bien trazada y escrita con soltura. Se lee muy rápidamente y guarda algunas enseñanzas que se desprenden de la lectura entre líneas.
No es la mejor novela del autor, para mi gusto, tampoco estará en mi Top 5 del año pero se puede leer y disfrutar.

Mi comentario a "Niebla" de Andreas Pflüger

Sinceramente, me ha decepcionado un poco.
A ver, cuando lo plantean como un thriller a caballo ya la altura de Esl Silencio de los Corderos y la saga Millenium, además con una protagonista policía ciega, uno le hinca el diente con mucha expectativa.
El estilo es ramplón, y me temo que no es problema de la traducción. Frases excesivamente cortas y en presente. Desde el comienzo más parece un guión de teatro o de cine que una novela. Continuos saltos en el tiempo de muy diferente longitud y peso en la trama que le imprimen un tono deslavazado a la novela.
Después está el personaje de la policía ciega. Uno, que de esto algo sabe, no se sorprende de que una persona ciega pueda desarrollar al máximo otros sentidos. El autor, como reconoce en el epílogo ha bebido de tratados neurológicos y teorías de la ecolocalización en humanos que, sin duda, son brillantes. Pero de ahí a construir un personaje que lo tiene todo es como pasar a la novela a Daredevil,  De hecho hay alusiones a él en los primeros capítulos.
Analiza cómo es la rehabilitación de una persona que ha quedado ciega desde un modelo que, los que llevamos tiempo en esto, cuestionaríamos bastante. Finalmente surge una persona ciega que es poco menos que francotiradora, capaz de conducir en persecuciones de coches, cruzar la ciudad apenas utilizando la lengua para posicionarse, capaz de identificar objetos de más de dos centímetros de tamaño. En fin. No es del todo verosímil. Desde luego no es el estándar. Y lo dice una persona que jamás subestimaría la capacidad de un ciego ni de un Samurai.