domingo, 8 de diciembre de 2019

Mi comentario a Stranger Thiagos: Mentes peligrosas, de Glenda Bond

STRANGER THINGS: MENTES PELIGROSAS
Autora: Gwenda Bond

Pues tirando a Malillo. Este libro precuela, o con la pretensión de serlo, de una de las series bandera de Netflix no está, a mi juicio, a la altura de lo que se merece la ficción televisiva.
Lo he leído porque tocaba, para hacer boca, mientras esperaba la ansiada tercera temporada. Si el tono de la novela es flojo y lineal, la traducción ya es para nota. Con algunas expresiones como “¿no la pensaréis hacer daño, verdad”, reconozco que uno se siente cercano al Demogorgon y le dan ganas de buscar al traductor para darle con el teclado golpes en la boca hasta que le salga el mundo del revés.
Durante la lectura, el pasado jueves, se estrenó la tercera temporada y ahí sí, uno se desquita de todos sus malos rollos, disfrutando con una serie que te lleva a los 80, con soviéticos comunistas malos, como debe ser, con papeles aún más brillantes de los chicos y, especialmente del jefe de policía, con guiños constantes al cine, la música y la televisión de la época, con más humor y sensibilidad.
Además, el último episodio me saca de una de las dudas metafísicas más grandes que he tenido siempre, a saber; a qué está dedicado el monumento de la rotonda del Ikea de Murcia. Sin duda, una mente avanzada a su tiempo la del arquitecto que la diseñó.
Volviendo al libro, nada. El interés por conocer algo más sobre el laboratorio y el origen de Once, y poco más.

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