martes, 16 de junio de 2015

Mi comentario a "Wilt" de Tom Sharpe (relectura)

Otra lectura en segundas nupcias (pues considero una suerte de enlace la relación entre lector y libro) con la que he disfrutado más que la primera vez, hace más de 20 años. Entonces leer Wilt tenía todavía un componente de transgresión que le confería cierto morbo. El tema del sexo extravagante sin tabúes, la muñeca, etc. Ahora, con el paso del tiempo, cuando todo ese envoltorio que rodeaba el libro ya no tiene sentido, cuando, como, parafraseando una canción de Sabina, se le quita la piel a la manzana prohibida, se disfruta mucho más de las geniales situaciones en que el autor pone a sus protagonistas y la hilarante maestría de los diálogos.
Siempre he considerado como muy meritorio que un libro te haga desternillarte a lo largo de cientos de páginas. Por eso, de cuando en cuando, leo a David Safier, al que ahora está leyendo ya mi hija, para orgullo paterno, a Woody Allen con sus "Cuentos sin Plumas" o "Como acabar con la cultura de una vez por todas", o al mismísimo Jardiel Poncela y su genial "Eloísa está debajo de un almendro". Ahora que estoy engastando  lecturas nuevas con libros que leí hace tiempo y no los saboree lo suficiente, simplemente por falta de acervo cultural del receptor, o sea, un servidor,  he recurrido a este clásico y lo he pasado en grande. Tendré que volver a leerlo  dentro de 20 años D.M. cuando espero saber más pues no quiero parecer pretencioso con la susodicha aseveración. Al fin y al cabo, como diría Sancho a Don Quijote, "yo sé lo que sé" pero sé que es bastante más de lo que sabía hace 20 años y gran parte de culpa la tienen los buenos libros. Viva la literatura pijo!

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