jueves, 16 de julio de 2015

Mi comentario a "Ve y pon un centinela" de Harper Lee.

Toda una experiencia. Si había mucho morbo por leer esta novela precursora de "Matar un ruiseñor", una vez disfrutada su lectura no deja en absoluto indiferente. Lo primero que llama la atención es la calidad de su estilo literario. Pero claro, eso es obvio y se sabía desde la novela que le llevó al Pulitzer hace medio siglo y que sirvió de guión a la no menos maravillosa obra cinematográfica. Sin embargo, ésta maneja un tono distinto, una estructura singular que da cuenta de los múltiples registros de la autora. Según se dice, esta obra encontrada recientemente fue el origen y su "apaño" sugerido por la editorial consistió en "Matar un ruiseñor". Encontramos mucha intersexualidad, no ya con el caso sobre el que se centra la famosa novela, sino con la literatura de la época e incluso con la literatura victoriana. Encontramos el conflicto de los derechos civiles en toda su esencia y en este sentido la novela me resulta mucho más realista que su sucedánea. Quizá, a los que lloramos y subimos al altar a Atticus Finch, como así nos lo presentaron los ojos de Socout, su hija de niña, y como sigue apareciendo en los constantes recuerdos de la década de los años 30 en Alabama, a lo largo de toda esta novela, nos duela tener conciencia del otro Atticus, como le ocurre a la protagonista Jean Louis ya con 26 años. No obstante, merece mucho la pena leerla, reflexionarla y compararla. Es más real con la época, es una lección de historia a través de la ficción. Es una explosión de sentimientos y una belleza en su forma. Es un canto a la evolución de la mujer y de los derechos sociales a mediados de siglo en Estados Unidos.
Deja un vacío al acabar de los que uno no sabe con lo que lo va a llenar. Bueno. Me conformo con saber que no lo voy a llenar con la nueva entrega de la bazofia literaria, con perdón a la literatura, de Grey.

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