Evidentemente, no es la primera vez que leo esta sublime obre clásica. Ni será la última. Para uno es algo similar al propio bálsamo que da la madre de D`Artagnan a su hijo en el primer capítulo, solo que, en lugar de curar las heridas físicas, cura las dudas que trae consigo la recurrente falta de lealtad, siendo éste, el valor que uno más aprecia en los seres vivos y que, por lo general encuentra en precario en los seres humanos.
Pero esta obra, además de ser una novela de aventuras única, plasma los valores de la lealtad y la amistad como ninguna otra y, como digo, es balsámico acudir una y otra vez a ella. Es un libro de autoayuda y una novela de ficción histórica genial.
Volveré con ella, por prescripción facultativa si fuera necesario.
Vosotros sorprendedme con vuestra falta de lealtad que siempre nos quedarán Los Tres Mosqueteros.